Por Juliana Valencia
Lo que llega con la falta de oportunidades
Cuando
las oportunidades son escasas y solo para unos cuantos, es difícil prevenir
problemáticas sociales que a la final terminan siendo perjudiciales para una
ciudad.

A
pesar de que este problema se ha tratado y en mi opinión regulado de manera
inhumana, todavía pueden verse las calles invadidas de desigualdad, desempleo y
más aún, falta de oportunidades.
Creo
que no soy la única que ha reflexionado sobre la manera en que espacio público
(el ente encargado de la regulación de esta problemática) arrebata la mercancía
a los vendedores informales; está bien que lo hacen por cumplir órdenes pero a
algunos le gusta la crueldad y disfrutan del sufrimiento de los otros.
Pienso que ese sistema puede ser mejorado para no seguir involucrando sentimientos de rabia,
rencor y odio en una sociedad que está en busca de la paz.
Necesitamos más oportunidades
Y no
solo para los que pueden acceder a la educación y a un empleo estable, sino
también para los que por su estado de vulnerabilidad, no pueden hacerlo.
En
Medellín y en todo Colombia, los ciudadanos para acceder a un trabajo formal, deben
haber cursado el bachillerato completo, por lo que estas oportunidades son
limitadas para las personas que por factores como la pobreza extrema, el
desplazamiento entre otras, no pueden acudir a los centros educativos, lo que
implica que estas recurran a las calles como alternativa de trabajo.
Según
varias investigaciones realizadas por la alcaldía, los vendedores informales
son de estratos bajos, pagan arriendo, so madres cabezas de familia o padres
solteros, adultos te la tercera edad y familias con hasta 4 y 6 hijos; niños
que en el futuro siguen los pasos de sus padres y heredan sus negocios.
Trabajar en la inclusión
La
ciudad debe trabajar en soluciones para este tipo de problemáticas sociales y
no dejarlas no el olvido; se deben plantear nuevas estrategias y construir
elementos como los que la ciudad construyó cuando necesitó más espacio; deben
existir más posibilidades para este tipo de comercio pues la modernización no
significa acabar con las cosas que ya existían sino mejorarlas para que se sean
de gran aporte para la sociedad.
Es una columna que expone un problema muy frecuente en Medellin y que lleva años sucediendo. A pesar de que es un tema sensible a controversia, la autora lo desarrolla de manera respetuosa comentando no solo el problema sino posibles soluciones. Es interesante, actual y bien documentado.
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