Por Juliana Valencia
“Me gusta caminar por el Centro, observar su
arquitectura, la movilidad y la gente. Incluso, lo hago después de las ocho de
la noche. A esa hora siento miedo, pero me arriesgo porque es diferente de día
y de noche. Y es lindo ver ese contraste.”
Deicy Johana Pareja
No existe duda de que el Centro es el ombligo
de Medellín, y hasta podría decirse que su órgano vital (que con los años ha
ido fallando pero que aún persiste en su importancia), es por este lugar por
donde deben atravesar obligatoriamente muchas personas de sur a norte, de
oriente a occidente y viceversa en todo tipo de transporte para llegar a sus
hogares, o lugares trabajo; aspecto que lo hace hermoso pero caótico, y peligroso
a la vez.
Pero no es esa la única razón por la cual se
puede amar el Centro, hay algo más allá de la simple concentración de vehículos
que como bien se sabe también ha traído complicaciones en el medio ambiente, de
las ventas informales que abundan en ese lugar, de la riqueza, del contrabando,
de las bandas criminales y del movimiento económico que allí persiste… esa
razón que hace al Centro de Medellín único, es la gente, las más de 1 millón y
medio de personas que a diario lo transitan.
Cuando se va caminando por el centro puede
observarse cientos de personas que, sin importar estrato social, se mezclan
entre el montón, eso para esta escritora, es lo mejor de ese lugar. El poder
observar vestimentas, comportamientos, maneras de hablar, de negociar, ver cómo
camina la gente rápido y con miedo es un verdadero disfrute al visitar este
histórico lugar.
Todo lo anterior permite hacerle una
radiografía a la ciudad, permite recrear historias desde lo que se puede ver y
lo más importante, mostrar que el centro no está muerto para las personas sino
para los sectores empresariales que se han encargado de llevarse sus negocios a
otros partes de la ciudad.
No obstante, aunque para muchos ir al Centro
solo hace parte de una actividad laboral o adquisitiva, para muchas otras, como
lo dice la periodista Deicy Pareja, es un “acto fantástico, un espacio para las
tertulias, para vivir y caminar” pero además para recordar lo que fue hace
muchos años.
El Centro de la ciudad debe mantenerse, se le
debe poner mano para suplir las necesidades de ese millón y medio de personas
que lo piden no a gritos, pero si con su presencia diaria allí, y esto debe
estar en manos de la administración, para que así se mantenga viva la cultura,
el arte, la economía, la seguridad y la alegría de aquellas personas al decir
¡Vámonos pal´ Centro!
Bibliografía
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-14716723